Mensajeros de Paz

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Tiempo ordinario, un tiempo para hacer lo extraordinario

Con el domingo de Pentecostés terminó el tiempo pascual, cincuenta días donde celebramos de forma especial la resurrección del Señor. Ahora seguimos en el tiempo ordinario, tiempo caracterizado por el color verde, el color de la esperanza, el color del camino, el color del crecimiento para ser fecundos y dar muchos frutos en la fe. Por eso, este tiempo que va hasta la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, es un tiempo para que sigamos nuestro itinerario de cristiano, un itinerario hacia la santidad, hacia la vida eterna. Por eso debemos seguir alimentándonos de la Palabra de Dios, de la Sagrada Eucaristía, para tener el alimento espiritual necesario para seguir en este caminar. El tiempo ordinario, no debe ser un tiempo rutinario, no debe ser un tiempo para ver pasar la vida; sino por el contrario, es un tiempo para crecer, un tiempo para hacer lo que tenemos que hacer pero no de una forma cualquiera, sino de una forma extraordinaria, eso fue lo que diferenció a los santos de sus contemporaneos. Y para hacer las cosas de forma extraordinaria, necesitamos el ingrediente principal que es el amor, no un amor cualquiera, sino un amor de entrega como el que tiene Jesús por nosotros. Cuando hacemos las cosas con amor, las hacemos con disposición, las hacemos con alegría, las hacemos lo mejor posible, las hacemos con presteza, las hacemos pensando que son directamente para Dios. Por eso que este tiempo sea una oportunidad para servir y amar a Dios y servir y amar a los hermanos.